Definiendo al hombre y contando anécdotas

Siempre ha resultado un reto definir qué es lo humano. Desde épocas antiguas se han ofrecido numerosas respuestas. Resultan sumamente curiosos los criterios y las diferentes perspectivas de algunos filósofos.

Mientras que para Aristóteles el hombre es un animal racional, un animal que habla; para Immanuel Kant es un ser autónomo con la facultad de juzgar y que actúa según el dictado de su conciencia; Bergson lo ve como un ser que crea, ya que «la vida es invención»; Friedrich Schiller, como «un ser que puede querer» y que puede perfeccionarse a través del arte y François Rabelais, como una unidad de cuerpo y espíritu, para quien reír es lo propio.

Otros se resisten a definirlo. Según S. Kierkegaard «el hombre es algo tan único e irrepetible que resiste a toda clasificación». Para Jean Paul Sartre «el hombre es una cosa entre las cosas, no hay proyecto ni esencia del hombre, cada uno tiene que darse a sí mismo sus valores y sus verdades».

Anécdotas sobre el filósofo Diógenes de Sinope (El Cínico)

 

Tras oír que Platón definía al hombre como «Un animal de dos patas sin plumas», el filósofo Diógenes le envió a su academia un gallo desplumado comentando: – Aquí está el hombre de Platón.
Platón tuvo que añadir a su definición: «…con uñas anchas y planas».

 

Diógenes buscando hombres honestos. Cuadro atribuido a J. H. W. Thischbein (1780)

 

Las anécdotas alrededor de Diógenes son muchas. Una de ellas cuenta que, ya casi al final de su vida, una persona lo abordó sobre el hecho de que caminara tanto. «Ahora que estás llegando a la meta, ¿no deberías ir más despacio, incluso descansar?» A lo que Diógenes respondió: «Si tú estuvieras en el final de una carrera y tuvieras la meta ya muy cerca, ¿qué harías? ¿irías más despacio o tal vez acelerarías el paso? Pues eso es lo que yo hago».

La lectura de anécdotas es una delicia por tratarse de sucesos curiosos, en los que predomina la brevedad, espontaneidad y la expresividad. ¡Algo muy refrescante!

Más definiciones y anécdotas

 

Vuelvo al tema de la primera anécdota para mencionar otras cinco interesantes definiciones de «hombre». Las de Pascal: «Juez de todas las cosas; estúpida lombriz de tierra; depositario de la verdad; montón de dudas; gloria y desperdicio del universo» y «El hombre no es ni ángel ni bestia, y nuestra desgracia quiere que quien pretende hacer el ángel haga de bestia». La de Molière: «El hombre,  te puedo asegurar es una criatura desagradable». Da Vinci: «Verdaderamente el hombre es el rey de las bestias, pues su brutalidad excede la de ellas». Y Pío Baroja: «Un ser un milímetro por encima del mono, cuando no un centímetro por debajo del cerdo».

Del excentricismo, fuerte temperamento y agrio carácter de Baroja se cuentan anécdotas increíbles… Le sacaba de quicio el uso de frases hechas y adornos en la conversación.

Cierto día determinado pintor de renombre no cesaba de alabar sus cuadros y su obra usando una verborrea sembrada de ellos. Uno fue:

– El arte, Baroja, se hace con sangre.

– ¡Déjese de estupideces! – contestó el escritor – Con sangre sólo se hacen las morcillas.

 

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