El caballero sensible

No es mi costumbre comentar sobre películas que no han sido de mi agrado, pero hoy voy a hacer una excepción. Necesito un desahogo. Se trata de «The Green Knight» la nueva película de David Lowery.

Los primeros minutos estuvieron bien, pero llegado a un punto comprendí que la intención era únicamente lograr en el espectador una experiencia sensorial. Experiencia que a mí me resultó extraña y desagradable.

No cabe duda de que el espectador de hoy es más bien sensorial, y se vuelve cada día más perezoso al rechazar cualquier propuesta que le exija intelectualmente. Es alérgico a cualquier esfuerzo de imaginación. Se deja seducir, pero no reflexiona. Todo hoy se vuelve espectáculo visual y esta película lo es. No me extrañaría que con el tiempo se convierta en objeto de estudio y de culto.

No soy ese tipo de espectador. Cuando me siento frente a la gran pantalla no puedo pretender que estoy en un museo admirando las formas y colores de una pintura, porque el cine no se circunscribe a eso. Lo que espero es una historia sólida, o al menos original, que me emocione, un guión inteligente, buenas actuaciones, calidad técnica y estética.

La película cumple con algunos de estos requisitos. Hay que destacar la actuación de Dev Patel (perfecto para este Gawain atípico), la fotografía, colores y texturas profundas y la música. En ese sentido es todo un espectáculo brillante y sofisticado. Sin embargo, considero que es imprescindible una buena historia, desarrollada con coherencia y personajes creíbles, porque sino lo que nos queda es sólo forma sin contenido. Y eso no fue lo que nos prometieron.

La campaña de marketing no refleja lo que es el film. Viendo el trailer uno cree que la trama está llena de personajes interesantes, aventuras constantes, a un ritmo acelerado… Y es totalmente diferente: es excesivamente lenta, pasiva y aburrida.

Puedo imaginar el desconcierto de aquellos que no conocen los mitos artúricos y mucho menos el poema ¨Sir Gawain y el Caballero Verde¨, del poeta Pearl (traducido por Tolkien). En él  se nos habla al principio del desafío y la decapitación del Caballero Verde. Lo que encontramos en este texto es la típica fábula medieval, donde el personaje principal es puesto a prueba. Una prueba que demuestra el conflicto entre el honor y los deberes caballerescos.

Superar las pruebas es vital para su supervivencia. Gawain no se da cuenta que estas han sido orquestadas por su anfitrión Sir Bertilak, quien es de hecho el Caballero Verde. Gawain debe respetar el código de honor del caballero demostrando su lealtad al rechazar las insinuaciones sexuales de la esposa de su anfitrión. Y también debe respetar las reglas del amor cortesano, al no entregar la faja dada por la dama (para preservar su vida), pero al hacerlo rompe la promesa de entregar todo aquello que obtenga en el día.

El que conoce la historia podría tal vez orientarse durante este viaje que es más bien una experiencia purgatoria, o adivinar lo que pretende Lowery con todo ese simbolismo, podría ver el riesgo sexual implícito en la mayoría de las situaciones que se presentan, lo que representa la faja…  Pero no es suficiente este conocimiento en medio de un panorama tan confuso.

Pienso que para el director desmarcarse de lo convencional no es necesario echar mano de cuanto elemento de fantasía y hechicería se haya usado en el cine (gigantes, fantasmas, hechizos mágicos, brujas, zorros espirituales, castillos remotos… ) Esta mezcla sin sentido se aprecia como algo deforme, que queda muy mal parado ante la leyenda original.

El mito artúrico se ha mantenido presente en el cine. Sus personajes e historias han sabido recuperar su capacidad de adaptación al gusto de cada tiempo y en la actualidad su tradición se mantiene viva y se continúa dando forma al mundo de Arturo.

En ese tenor muchas veces se desmitifica la personalidad de los caballeros, pierden la altura moral y el heroísmo propio de los que componían la Mesa Redonda. En El Caballero Verde estamos ante una masculinidad heroica modificada, que se traduce en el retrato turbulento de Gawain, que puede verse como un sinvergüenza, un joven inmaduro o un niño mimado.

El director reinventa la historia en sus propios términos (y con ideas tomadas de aquí y de allá). Nos presenta una versión mundana de Gawain. Luego justifica estos cambios con la afirmación: «más importante que ser fiel históricamente es ser emocionalmente sincero».

En fin, que esta es su versión, su propia mirada, pero olvidó guiarnos a través de sus emociones sinceras y llevó muy mal la mezcla de fantasía surrealista con el conflicto existencial de Gawain.

Aunque, si lo pensamos bien, tiene cierta lógica porque se trata de Lowery, el ecléctico, quien quería hacer una película de fantasía como Willow. Y como no era suficiente motivación, se inspiró también en otras películas de fantasía de los años 80, en películas de terror y en obras de Shakespeare.

Además hay que tener presente que la película Willow nació cuando George Lucas no consiguió los derechos para adaptar otra de las novelas más conocidas de J. R. R. Tolkien,  «El hobbit». Y hay muchos elementos en común entre las historias del novelista y Willow: «un héroe enano y entrañable que procede de una pequeña aldea, magos poderosos (en este caso, magas) que tienen batallas con varitas en mano, una misión de llevar algo a algún sitio mientras atraviesan los peligros de un mundo mágico medieval, un héroe que ayuda al pequeño protagonista a conseguir su gesta… «

Una historia que fue criticada por su poca originalidad (por sus préstamos de literatura familiar como la Biblia o «Los Viajes de Gulliver», de la obra de J. R. R. Tolkien y otros autores de fantasía). Un verdadero popurrí de las mejores historias de la literatura fantástica. Ahora no recibiría críticas por este motivo, pues cualquier adaptación literaria y literal se convierte en un éxito de taquilla.

A Lowery le sirvió también de inspiración la película de marionetas de Jim Henson «El cristal oscuro», una insólita aventura fílmica que nos sumerge en un fantástico e inquietante universo repleto de sorpresas. A ésta se le censuran sus altibajos narrativos y un mensaje moralista algo enrevesado.

Tantas influencias y tan disímiles sólo contribuyeron a enrarecer la atmósfera que rodea esta historia y a que no quede nada claro en El Caballero Verde, a hacernos sentir que estamos ante una pesadilla larga y tediosa.

La pretendida meditación de este hombre sobre sí mismo y su conflicto existencial en este escenario de fantasía surrealista​ me resultó una experiencia insulsa y fría y no me permitió conectar de manera emocional y mucho menos intelectual con todo este embrollo.

Me quedé con la sensación de que este es uno de esos films en los que el cineasta intencionalmente quiere perder al espectador. Y es que si me invitas a ser testigo del viaje personal del protagonista, por lo menos dame un hilo que seguir, no me obligues a inferir la relación entre los personajes y otros detalles al parecer importantes, pero ambiguos.

En esta oscura fábula, para llegar a un final en el que el protagonista entiende que es mejor morir de manera honorable, que vivir una vida larga y miserable, no era necesario ese absurdo enredo de seres fantásticos y enmarañadas situaciones.

 

Deja un comentario