Sexualidad asfixiante

Siempre me ha molestado cómo miran a la mujer la mayoría de los hombres de estos países caribeños. Por acá la gente está muy cargada sexualmente, por decirlo de alguna manera. Y eso genera tensión sexual en cualquier espacio que te muevas.

Objeto de placer

Te hacen sentir como un pedazo de carne andante y no ven más allá de tu forma y de tu talla. Ante una figura escultural pierden el tacto, si es que lo tienen, y aflora la vulgaridad. Llueven las palabras groseras y los gestos lascivos.

No se necesita mucho para que se desate la lujuria de estos hombres. Cualquier detalle, gesto o movimiento, los provoca.

Todas las frustraciones son comunes, sólo cambian los nombres y los lugares, así que mi malestar es el de muchas otras mujeres que también se han sentido rebajadas a la condición de objeto de placer.

Los jefes machistas acosan a las mujeres en el ambiente laboral
El acoso sexual en el ambiente laboral es un verdadero tormento, que se da con demasiada frecuencia.

En mis años de adolescente en Cuba, sufrí lo indecible por estar rodeada de sujetos lascivos. Sentía que me miraban y veían sólo un cuerpo, unas formas… no me veían a mí que era mucho más que un físico.

Las leyes en la mayor de las Antillas son bastante permisivas con el acoso sexual, el maltrato físico y verbal a las mujeres, al igual que con los masturbadores públicos y los exhibicionistas. Las mujeres están desamparadas legalmente y las niñas son las más afectadas por la violencia sexual en el ámbito familiar.

Las cubanas tienen que soportar a diario groserías, discriminación y violencia. Los jefes y hasta los colegas hacen insinuaciones groseras o las tocan. Cuando van en una guagua le pegan el «paquete» descaradamente. Es algo intolerable y denigrante.

En Cuba es más probable que tu casa se convierta en tu tumba, si eres mujer. Durante la Cuarentena (de marzo a octubre de 2020) ocurrieron 17 feminicidios y 3 infanticidios en el entorno familiar de las víctimas.

Los valores se van perdiendo

Ahora veo, cada vez con más frecuencia, a jóvenes latinas que dan una visión distinta del género. Para gran cantidad de estas chicas, la situación es a la inversa. A ellas no les molesta ser apreciadas sólo por sus rasgos físicos.

Todo gira alrededor de sus cuerpos y de los placeres efímeros. Quieren sentirse deseadas por todos en todas partes, descuidando lo esencial, lo que perdura, lo que en verdad enamora y trae un gozo profundo.

Tal vez hemos perdido tantos valores y atributos, que a esta fecha sólo quedan bajos instintos… Es un penoso panorama.

La mediatización del sexo y los cuerpos erigidos en fetiche, han llevado a muchos a disolverse en la consumación de sus antojos, a rendir culto al trasero y a la obscenidad. El sexo viene siendo un simple mecanismo en el que unos a otros se prestan servicios.

No son tiempos de recato, lo sé, pero no puedo entender que una mujer llegue a asumirse como un artículo y esté conforme con ser tratada como tal. Tampoco me puedo habituar a que la menosprecien, que se refieran a ella en sentido peyorativo. Y no me parece admisible que lo grotesco pase a ser lo normal y que se disfrute.

La sexualidad del dominicano

Otro país sobre el que puedo dar testimonio de cómo se vive la sexualidad es República Dominicana. Siempre me llamó la atención la pobreza en la expresión afectiva entre las parejas. No se besan ni abrazan en público con la libertad y espontaneidad con que se hace en Cuba y otros países de la región.

Cualquier expresión de cariño es una debilidad, frente a lo que la cultura establece como comportamiento del hombre. Es inaceptable en la vida de los varones. Y, por supuesto, ese desprecio a las relaciones afectivas incide de manera negativa en las relaciones sexuales.

El sistema de control sobre la sexualidad y la doble moral sexual imperante, engloba actitudes y costumbres que justifican y toleran la agresividad por parte del hombre.

El machismo afecta las relaciones de pareja.
Las agresiones verbales y físicas son tan comunes que se normalizan.

La Iglesia detrás de todo

Es una sociedad saturada de contenidos sexuales que promueven una imagen despectiva de la mujer, a través de la música, de revistas, periódicos, publicidad, y que a la vez se ve afectada por la doble moral religiosa.

La religión ejerce una influencia poderosa en todos los aspectos de la vida. Esto se evidencia claramente en la presión que ejerce la Iglesia católica sobre el Estado para que mantenga excluida la Educación Sexual de la enseñanza. Es más importante mantener relaciones armónicas con la Iglesia, que preservar la vida de mujeres y niñas que a diario son víctimas de violaciones e incesto.

Me exaspera ver por un lado el radicalismo y ciertas teorías de la Iglesia, propias de los siglos de oscurantismo, la demonización de lo sexual, que es tratado como algo pecaminoso, sucio, intratable; y por otro lado la permisividad para el hombre dominicano, que mantiene los patrones de macho insaciable establecidos por generaciones anteriores.

El machismo imperante considera que el hombre tiene un impulso sexual «incontrolable» y así se mantienen los ojos cerrados ante las peores atrocidades. Es un contexto social que posibilita el acoso. Las normas formales e informales  aceptan la violencia como un comportamiento normal.

Las niñas son abusadas sexualmente por hombres machistas.
Las uniones tempranas de niñas con hombres adultos, tan frecuentes en R.D., las exponen al abuso sexual y limitan sus posibilidades de desarrollo, al convertirlas en madres prematuramente.

Una labor cuesta arriba

En mi labor como maestra en R. D., uno de los más grandes retos que asumí fue impartir Educación Sexual a los estudiantes, por mi cuenta. Me preocupaba mucho que, ignorando todo sobre el tema, adoptaran actitudes perniciosas que afectaran su sano desarrollo.

Esto me trajo problemas con la Dirección de los colegios donde trabajé y con los padres de mis estudiantes. Estos progenitores no aceptaban que sus hijos escucharan la palabra sexo, pero no tenían reparos en dejarse ver por los niños en todo tipo de prácticas obscenas y de sexualidad explícita.

El último colegio donde trabajé está situado en una calle donde se ejerce la prostitución a toda hora. Los estudiantes pasaban cada día, de una estricta moral religiosa dentro del recinto, a ver mujeres casi desnudas ofreciendo sexo, al terminar el horario de clases. ¡Y yo debía ceñirme a lo estipulado por el Ministerio de Educación y la Iglesia!

Con el tiempo he visto, con gran tristeza, a muchas de estas chicas (incluidas niñas de 11 y 12 años) contraer ITS (Infección de Transmisión Sexual), embarazarse por falta de información, por no conocer su cuerpo y por tener creencias falsas inculcadas en el seno familiar.

También muchas adolescentes muertas por complicaciones del embarazo y el parto, otras a mano de una pareja violenta o prostituidas luego que un embarazo truncó su futuro. Y entre los chicos he visto surgir monstruos sexuales, jóvenes depravados sin control de su cuerpo ni de su mente.

El abuso sexual persiste

En los últimos tiempos se ha apreciado un cambio, pero no para mejorar. Aquella sexualidad castrante convive hoy, o tal vez está siendo superada por el sexo puramente genitalista, por una demanda de sexo desmedida, propia de la cultura de la prisa y del estrés crónico. Se busca gratificación inmediata sin afecto ni vínculo amoroso.

Las disfunciones sexuales en las féminas son y serán una constante mientras no se eduque a la población. También persistirá el abuso sexual desde la infancia y las violaciones a niñas y mujeres.

Según un informe de la Comisión Económica para América Latina  y el Caribe (Cepal), en la región dos de cada tres mujeres han sido víctimas de violencia por razones de género, en distintos ámbitos de su vida y una de cada tres ha experimentado vejaciones físicas, psicológicas o sexuales a manos de su pareja.

República Dominicana ocupa el tercer lugar entre los países con mayor tasa de feminicidios. Este tipo de violencia ha sido calificada de «pandemia en la sombra». 

La normalización de la violencia es un crimen que muchos prefieren ignorar. Esas normas sociales, el sistema de privilegios para el hombre de las sociedades machistas y la feminidad subordinada, son un pesado y peligroso lastre que no podemos seguir arrastrando.

El machismo y la violencia del hombre dominicano.
La violencia intrafamiliar es un flagelo que azota a la sociedad dominicana.

Algo que me indigna es que, tanto en Cuba, como en R. D. los que cometen actos execrables, como la violación de menores, son personas conocidas por las víctimas. El porciento de extraños que los lleva a cabo es mínimo, comparado con el elevado porciento cometido por miembros de la familia y personas cercanas, como amigos y vecinos. Es una realidad atroz.

A los abusos se les resta valor, al ser algo que ocurre comúnmente y así estas prácticas se mantienen y las personas abusadas se revictimizan. Éstas, por lo general, sufren solas y cuando finalmente hablan, tienden a ser juzgadas.

Las mujeres han avanzado en muchos sentidos, pero las condiciones que propician el maltrato siguen vigentes. De qué vale la liberación femenina, si las actitudes machistas no cambian y se aprenden en el propio hogar. De qué vale el empoderamiento, si las mujeres tienen que convivir con hombres que no toleran ese cambio y que para mantener el control son capaces de matarlas.

Y el reguetón empeora el cuadro

Para colmo de males, tenemos al reguetón, que usando un lenguaje muy básico y pobre, degrada la figura femenina en sus letras. Y es uno de los ritmos que más escuchan los jóvenes de hoy en día, no sólo latinoamericanos, sino de habla hispana.

La música tiene un gran efecto en nuestras vidas y en la sociedad en general, una gran influencia en la conducta y las emociones de los seres humanos. En el Caribe tenemos un espíritu musical y un modo de vivir y de amar muy intensos. El ritmo nos corre por las venas y el baile nos alegra el alma.

Estábamos acostumbrados a ver la música como vía de mejoramiento humano por los beneficios que nos reporta. Pero este género musical, que tanto gusta ahora es otra cosa.

Cuando lo escuchas (si tienes la paciencia) todo suena a lo mismo y cansa. Y si observas  a los jóvenes que lo ponen una y otra vez, apreciarás que están como en una especie de letargo. Absorben sin ningún tipo de esfuerzo esas letras vacías, que de algún modo, estoy segura, afectan su capacidad cognitiva.

Se alude a lo sexual explícitamente, tanto en la letra de las canciones, como en las imágenes de los videos y en la forma de bailarlo.

También están el dembow y el trap con sus canciones banales y vulgares, sus temas tan crudos, machistas y violentos. Aquí no hay nada metafórico, no hay contenido, sólo ritmo contagioso  e incitación al deseo sexual.

El hombre siempre por encima

La juventud está bajo la influencia de este género que habla de drogas y que menosprecia a la mujer, al punto que la ven pasiva, sumisa, como esclava, simple objeto sexual.

El hombre se muestra dominante y agresivo, piensa que su sexualidad está por encima de la mujer y que ésta tiene que cumplir los requisitos de «hembra complaciente» y satisfacer sus necesidades y deseos.

Los reguetoneros dominicanos constantemente encabezan los titulares de noticias con denuncias por agresión física a sus parejas, violencia en la vía pública, violación a la ley de armas y un sinfín de delitos más.

Por desgracia son vistos como líderes, como ejemplo a seguir. Imponen una moda y un estilo de vida fácil, promoviendo las actividades del narcotráfico y la criminalidad. Y las consabidas costumbres patriarcales, prácticamente feudales y conductas sadomasoquistas.

El éxito en este ambiente se relaciona con la ostentación de autos, joyas y mujeres como trofeos, como meros cuerpos intercambiables y siempre disponibles para el «ilimitado» deseo sexual de los hombres.

Alienadas

Entonces, ¿para qué formación académica, en un contexto que muestra a los chicos estos atajos al dinero fácil, a la posibilidad de generar recursos en el «traqueteo»? Y las chicas, ¿para qué van a «quemarse las pestañas» si con sólo preocuparse por parecer sexys ante el futuro proveedor ya tienen el futuro asegurado?

Lo que hace bella a una mujer en esta subcultura no es lo que tiene de particular, de diferente, sino lo que hay en común entre todas, lo que tienen de apetecibles, de «animal salvaje».

El reguetón se asocia al consumo de drogas.
Los jóvenes se identifican con los cantantes, llegando al punto de usar determinados productos que estos usan.

Lo único importante es la apariencia, encarnar el estándar de belleza imperante. Están alienadas en esta realidad donde cumplir con el estereotipo es el único medio de alcanzar el éxito y la  «felicidad».

Las mujeres cantantes de reguetón también tienen que encajar en ese molde. Algunas dicen ser feministas y pretenden llevar un mensaje de empoderamiento, sin cuestionar el modelo que encarnan y acaban siendo un mal ejemplo a seguir.

Consumir sin pensar… ¿Hasta cuándo?

Nosotros como audiencia hemos perdido el sentido crítico, acostumbrados a que nos den todo, a consumir sin pensar, a imitar todo lo que sale en los medios de comunicación.

Nos dejamos llevar por la moda impuesta, por estereotipos impuestos. Somos meros consumidores, sin dar opiniones ni criticar. Bueno, no todos…

Después nos asombramos ante el incremento de los problemas de género, la discriminación hacia la mujer latina y los feminicidios.

Y no es que haya que achacarle esta situación exclusivamente a este fenómeno musical, porque estas sociedades emiten mensajes machistas desde la infancia.

En R. D. las acusaciones de violaciones a menores, incesto, abuso sexual, agresiones físicas, secuestro e incluso asesinato de mujeres, pesan sobre figuras públicas muy conocidas como: ministros, senadores, diputados, sacerdotes, peloteros, locutores…

Pero sí hay que estar conscientes de que la letra de estas canciones acrecientan el problema, de que hay una apología a la violencia hacia las mujeres en ellas. Y lo peor es que se empiezan a consumir desde la niñez. Escuchar este tipo de música repercute en los roles que asumirán en el futuro chicos y chicas.

La juventud podría poner distancia con estos ritmos pegadizos y divertidos, si tuviera espíritu crítico y una buena formación en valores. Pero la mayoría no la tiene y esa violencia simbólica es invisible para ellos y los convierte en víctimas, contagiados por un ritmo que llama al baile y al frenesí.

El año pasado El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) intervino en un escándalo desatado por una serie de videos del llamado Don Miguelo, donde aparecen niñas bailando de forma sensual.

Esta organización también intervino en el caso aberrante de una madre dominicana influencer, que publicó un video en el que baila de forma sugestivamente sexual (perreo) con su hijo menor de edad. En el material se observa a la mujer que insiste en bailar con el niño, moviendo sus nalgas contra la entrepierna del menor, aunque este se niega. Y en una parte del video se le sube encima simulando un acto sexual.

Hay cientos y cientos de madres como esta en los barrios de este país. Es doloroso ver como sexualizan a los niños y no les dejan vivir una niñez inocente. Me da rabia ver cómo la sociedad relativiza la gravedad de esta violación de los derechos de los niños.

Desde hace mucho observo consternada como a los niños se les imponen comportamientos sexuales de adultos. Y no se trata sólo de posturas y bailes, sino también de la forma de expresarse y de la vestimenta. Con esto se pretende normalizar el abuso y la explotación sexual.

El abuso tiene  muchas formas. No se requiere que haya penetración para que haya abuso sexual. Pienso en todos esos niños y niñas que han sido testigos de violencia durante el confinamiento, que fueron expuestos a contenido sexual, que tuvieron que soportar caricias no deseadas y que han sufrido a manos de quienes están para protegerlos.

Como dijo Carlos Ruiz Zafón: «ciertas imágenes de la infancia se quedan grabadas  en el álbum de la mente como fotografías…»  ¡¿Qué recuerdos tendrán estos niños?! ¿Por qué ensuciamos sus mentes inocentes?

 

Ahora que hablamos más de sexualidad que en siglos pasados y somos más transgresores… ¿somos mejores sólo por hablar libremente de sexo y practicarlo desinhibidamente? No, no lo somos. Mientras se agreda, se acose y se abuse sexualmente de un ser humano, estaremos entre bestias.

 

 

3 respuestas a «Sexualidad asfixiante»

  1. Cari querida…por un lado te digo maravillosa la explicación, pero tambien digo repugnancia, tristeza infinita, hasta desolacion…en esa realidad, a á también existe a gran escala, es inherente al salvajismo y ya no se si se trata,de ignorancia solamente….los valores cada día cuentan menos….y muy cierto lo que decis de la actitud de los hombres…no expresar el cariño, la ternura, subvaluar unas caderas a una,sonrisa….gracias por no mirar para otro lado!!!!!! Valiente , no decaigas ! Alcemos las voces del amor!!!!! Beso enorme!!!!🙏☀️🌈🕊🌈😘🌹🌹🌹

    1. Es muy triste, Mario, pero también indignante. Un panorama desolador. Hay muchos que apartan la vista para no verlo, pero yo no puedo. Me afecta enormemente.
      ¡Gracias por tus palabras!
      Un abrazo inmenso.

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